Esta entrada no es estrictamente neurocientífica, pero es un capricho al que no he podido resistirme. Los que seáis fanáticos de la tecnología me entenderéis. La cacharrería, es esa extraña afición de los ingenieros por conseguir empequeñecer cosas ya inventadas. No sabemos dónde está el límite. Pero hoy podemos disfrutar de un ecógrafo de bolsillo. Sí, en sentido literal. Pero sin que sea necesario agrandar los bolsillos de las batas. Quizá dentro de poco la estampa de un médico auscultando una carótida o un corazón con su fonendo huela a rancio. La industria de los gadgets podría depararnos (llegados a este punto puedo imaginármelo) una pequeña sonda que se enchufa en un teléfono móvil y bla bla bla, bla bla bla para que todas las personas conozcan su cuerpo por dentro igual que por fuera y bla bla bla, y será una asignatura en la educación primaria y bla bla bla, y podremos detectar antes determinadas enfermedades y bla bla bla y abaratar el sistema sanitario y bla bla bla, bla bla bla ... Si disfrutas viendo progresar el mundo y alguna vez has pensado que te gustaría asomarte a él dentro de 200 años para ver el paisaje tecnológico, echa un vistazo al vídeo como punto de partida y deja volar tu imaginación. Se admiten vaticinios.
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